Si hay una artesanía por excelencia en Granada, esa es la Taracea. Legado que debemos agradecer a la presencia árabe en Al-Andalus. Se cree que data del siglo XIV, y viene influenciada por los ornamentos y policromías realizadas en aquellas culturas maravillosas como en las Mezquitas, los palacios, las "Madrasas" o escuelas coránicas y todo lo referente al arte Islámico. Aunque adaptada a la ornamentación de la Alhambra.
Decir "Taracea" es sinónimo de incrustación. La técnica proviene de los orígenes de la humanidad cuando de manera precaria se hacían hendiduras en la madera para luego rellenarlas con otras maderas, metales, piedras, o simplemente hueso y marfil.
La taracea tradicional se trabaja incrustando piezas de diferentes materiales sobre una base de madera, para formar desde simples figuras, a las más espectaculares formas, respetando siempre un diseño geométrico coherente, e inspirado en el arte islámico. Una vez finalizado, se puede combinar con grecas y cordones para dar acabados a las piezas. Finalmente son lijadas, pulidas y barnizadas. Aunque originariamente se le daba una capa de laca, en la actualidad son acabadas con una capa de poliuretano, aplicado a mano, con la técnica de la muñequilla, que ayuda a proteger el trabajo.
Debe respetarse siempre el diseño geométrico coherente, esto es, las estrellas de 6, 8, 12 y 16 puntas, los octógonos y hexágonos, las "grecas" o guardas de finas tiras de madera que forman interminables rectas que se entrecruzan dando ese tìpico aspecto de "unicidad". Siempre deben estar presentes las incrustaciones de nácar de la forma que corresponde, la combinación de distintos tipos y tonos de maderas, las guardas de gran variedad, y que el conjunto de elementos combinados reflejen el estilo y el respeto por la autenticidad de la obra. Quien se precie de hacer Taracea tradicional debe respetar el diseño auténtico y no una representación personal antojadiza, debe haber estudiado y haberse nutrido primero del arte Islámico, debe haberse compenetrado de los "porqué" del estilo de trabajo. En resumen, para ser un auténtico artesano de Taracea tradicional hay que sentirlo.
Los trabajos que se realizan son de los más variados. Podemos encontrar: marcos para cuadros, juegos de mesa, joyeros, relojes, e incluso grandes muebles como, sillas, escritorios, mesas de café, etc...
La extraordinaria belleza de la taracea ha garantizado la supervivencia de este arte hasta hoy. Sin embargo el escaso interés por los oficios manuales ha puesto en peligro ésta artesanía milenaria, en la que actualmente solo se trabaja en Damasco y en Granada.
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Nota: Las imágenes mostradas son trabajos realizados por Mª Carmen Dueñas, y han sido publicados bajo su consentimiento.